Hoy 14 de febrero es San Valentín. Esta festividad surge como conmemoración de las buenas obras realizadas por san Valentín de Roma relacionadas con el amor y la amistad, conocida popularmente como Día de los enamorados y celebrada en todo el mundo, es también una fecha importante para el Museo de Huesca pues tal día como hoy en 1796 nacería nuestro querido Valentín Carderera.

En el museo tenemos una curiosa obra del pintor Bernardino Montañés, profesor de la Escuela de Bellas Artes de Zaragoza, miembro de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de la provincia de Zaragoza, conservador del Museo de Zaragoza de 1869 a 1888, amigo de Valentín Carderera y, al igual que él, artista y erudito romántico, formado en el gusto por la Antigüedad y el patrimonio arqueológico.

Capricho, Bernardino Montañés, 1891. NIG 01540. Museo de Huesca.

Esta obra lleva el título Capricho y a su alrededor se han forjado dos historias: una verdadera y otra legendaria, pero ambas muy relacionadas con el amor y la amistad que celebramos hoy.

La leyenda cuenta que el pintor estaba enamorado de la chica del cuadro, pero ella no solo no le correspondía, sino que estaba enamorada del mejor amigo de Bernardino con el que se casa. Como regalo de boda a su amigo y amada, Montañés les retrata en este cuadro a modo de recuerdo de lo efímero de la vida pues, aunque ahora sean jóvenes, al final todos tenemos el mismo destino: la muerte.

La verdad es que Bernardino Montañés realiza este cuadro a modo de alegoría de la vida y la muerte donde el autor juega con la apariencia, la realidad y los efectos visuales. Esta obra es heredera de la tradición barroca de la vanitas o género artístico que resalta la vacuidad de la vida y la relevancia de la muerte como fin de los placeres mundanos [Eclesiastés (Ec. 1, 2): Vanitas vanitatum et omnia vanitas (vanidad de vanidades, todo es vanidad)].

La vida se expresa mediante los jóvenes, el humo que sale del cráter, el vuelo de los pájaros y con la representación de los cinco sentidos: la vista (el joven mira a la joven), el oído (ella le escucha a él), el olfato (en el ramo de flores que ella le acerca), el gusto (por las frutas y dulces que se alinean en la repisa de la ventana) y el tacto (por la mano del joven que acaricia la barbilla de ella). La muerte se expresa a través de las nubes y los cipreses; la maleta y las ramas de flores y rosas simbolizan la fugacidad de la vida. A esto se une también la calavera que entornando los ojos vemos en el vano de la ventana.

Esta obra es un regalo de Bernardino Montañés a la sobrina de Valentín Carderera, de quien se dice que al ver el cuadro se encaprichó de él. Desconocemos si este fue el motivo del presente, pero de lo que sí tenemos constancia es de que en la trasera del lienzo, en el bastidor, se puede leer: “A la señorita Dª Pilar Carderera y Almudévar, le dedica este capricho, el autor, Bernardino Montañés”. Y grande debía ser la amistad entre los dos artistas cuando en 1891, transcurridos ya once años desde el fallecimiento de Valentín Carderera, su amigo Bernardino Montañés le regala a su sobrina esta obra; dos años después fallecería también este último.

Por último, para celebrar el cumpleaños de Valentín adjuntamos aquí el enlace al reciente artículo de la investigadora Raquel Gallego García, “Los dibujos de vistas romanas de Valentín Carderera (1822-1831): el álbum D-6412 del Museo Nacional del Prado”, que indaga en este aspecto de la estancia en Italia de nuestro fundador. Allí también trabó amistad con el artista luso Domingos António de Sequeira de quien el Museo de Huesca conserva varios dibujos pertenecientes a la colección privada de Carderera.

Cabeza masculina, Domingos António de Sequeira, c. 1826-1831. NIG 01727. Museo de Huesca.

Feliz día de San Valentín a todo el mundo, celebremos como se merecen el amor y la amistad.

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