El siglo XVII en España es un momento de deterioro político y económico que, sin embargo, coincide con un extraordinario auge cultural propiciado por el espíritu de la Contrarreforma. Esto conduce a la búsqueda de un estilo narrativo, el Barroco, que refleje el triunfo de la Iglesia católica. De esta manera, episodios de la vida de Jesucristo y la Virgen, así como escenas de martirio y vidas de santos, son representaciones muy recurrentes en esta época.

El Barroco recurre a técnicas teatrales y escenográficas que se apoyan en los engaños visuales y efectos ópticos. Las composiciones se complican y se generaliza la asimetría, el movimiento y las figuras en escorzo. En pintura, los nuevos sistemas de iluminación, centrados en el estudio de las luces y las sombras, conducen a obras dominadas por el claroscuro, los ambientes tenebristas y las composiciones de fuerte realismo.

El Museo de Huesca conserva obras de varias escuelas del Barroco –madrileña, sevillana o valenciana– así como de la escuela aragonesa, destacando la figura de Vicente Berdusán. Igualmente se muestra una mesa de nogal procedente del antiguo Colegio Mayor de Santiago.

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