La pintura plasma el pasaje extraído del Evangelio de San Juan (8,1-11) y contemplamos el momento en que escribas y fariseos presentan ante Jesús a unamujercogida en adulterio.
Las figuras, representadas a gran escala, aparecen representadas en primer término. A la izquierda, el grupo formado por lamujer y seis figuras masculinas, de los cuales dos de ellos la sujetan por los brazos.  Tras ellos, los otros cuatro personajes permanecen en segundo término. La mujer, cruza sus manos sobre el pecho al tiempo que dirige su mirada a Jesús, cruza las manos sobre su pecho.

Frente a ellos, a la derecha, y en la misma línea de posición femenina, el Salvador, vestido con túnica morada, aparece representado con barba y cabellos largos. Tocado con aureola dorada, aparece descalzo. Todas las figuras permanecen en pie, dispuestas de perfil, de frente o en tres cuartos, atendiendo a las palabras del Salvador. Presentan unos rasgos fisonómicos individualizados que denotan un fuerte carácter sin alterar la expresión de sus rostros. Uno de ellos dirige su mirada al espectador y señala a la dama.
En la indumentaria de los personajes se muestra la variedad y riqueza de trajes y tocados, no sólo en las telas sino también en los adornos con oros y perlas, muy a la moda franco-borgoñona de la segunda mitad del siglo XV.
El colorido es rico en tonos fuertes de rojos, verdes, marrones, grises y blancos, contrastan y resaltan con el oro de brocados, ribeteados de los trajes y aureolas.

En el interior del templo donde se desarrolla la escena llama la atención la puerta del fondo y su vano dorados. La bóveda y el pavimento, en azulejos alternantes decorativos y de color, marcan la perspectiva.

La mujer adúltera, Miguel Jiménez. NIG 00018. © Foto Fernando Alvira. Museo de Huesca

Los estudios realizados de la obra hacen referencia al binomio Martín Bernat-Miguel Ximénez como los artífices de esta tabla, observando la relación directa entre las figuras masculinas de la pintura y los Apóstoles del retablo de la Santa Cruz de Blesa (Teruel), actualmente en el Museo de Zaragoza, obra de la mano de Miguel Ximénez.

Esta obra, perteneciente a la colección particular de Valentín Carderera, fue donada al Museo de Huesca en 1874. Desde entonces ha figurado como una de sus obras más representativas de su colección estable, ubicada en la Sala 5, la que fue capilla de la antigua Universidad Sertoriana, sede del museo.

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