Joya procedente del Panteón Real del Monasterio bajo de San Juan de la Peña, en Botaya (Jaca), que apareció entre los restos de un sepulcro, conocido como tumba 6, que había sido expoliado y removido con anterioridad, por lo que se desconoce a qué monarca pudo pertenecer.

Se trata de un anillo de varón, realizado en oro, en cuya parte central en entalle ovoide, lleva engarzada una gema de época romana reaprovechada (de época imperial, de finales del siglo I o principios del II d.C.). Un ágata veteada de color rojo en la que se representa, en huecorrelieve, un águila que porta una corona de laurel en su pico, elemento muy presente en el mundo antiguo como encarnación del poder.

En la parte externa del anillo, en negativo, el anagrama PAX inciso que hay que interpretar como símbolo trinitario y no como PAZ. Esta inscripción serviría para sellar documentos.

Anillo de oro con inscripción y entalle. Edad Media (cristiano). 1034-1125 [ca]. Panteón Real del Monasterio de San Juan de la Peña (Botaya, Jaca). NIG. 02280.
© Foto Fernando Alvira. Museo de Huesca

EL REINO DE ARAGÓN

El Reino de Aragón, creado en 1044 por Ramiro I, surgió tras la unificación de los tres condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, situándose la capital en Jaca. En ese momento comenzaría la expansión cristiana hacia Huesca, Barbastro y Fraga, asistiéndose desde el reinado de Sancho Ramírez (1063-1094), a una eclosión de la vida monástica que coincide con la introducción del rito latino en detrimento de la liturgia hispanovisigoda.

A lo largo de los siglos XI y XII se llevó a cabo la expansión territorial del Reino de Aragón a través de la lucha armada contra los musulmanes liderada por los sucesivos soberanos de la naciente monarquía. El avance militar fue imparable aprovechando la debilidad de los reinos de taifas musulmanes. Huesca fue tomada en 1096, Barbastro en 1100 y Fraga en 1149.

Durante los siglos XII y XIII, la población de la Corona de Aragón aumentó como resultado de la prosperidad económica de la época. Se introdujo la Orden del Císter y destacó la enorme importancia del comercio debido a la expansión militar y comercial de la Corona por el Mediterráneo.

El Museo de Huesca cuenta con abundantes testimonios de este periodo que resaltan el poder cristiano medieval, como el Cristo crucificado procedente de la iglesia parroquial de Azlor, las maquetas de San Juan de Busa o San Caprasio o tres magníficos anillos del Panteón Real de San Juan de la Peña, como el que tenemos en Obra Destacada. Pero también muestra objetos de la vida cotidiana de los cristianos altoaragoneses como elementos de cocina y cerámica de mesa de Huesca o el armamento de La Corona de los Muertos de Hecho y los dineros jaqueses encontrados en Zafranales.

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