La principal aplicación de las técnicas radiográficas ha sido en el campo de la medicina, pero estas también son fundamentales para el estudio del patrimonio cultural al aportar numerosa información sobre las obras de arte. Dentro de este ámbito, son los metales recuperados en excavaciones arqueológicas los que más se benefician de los datos que nos ofrecen las radiografías. 

Los estudios previos a los que son sometidos los bienes culturales son de gran importancia en los procesos de conservación-restauración. La radiografía es una de las técnicas que proporciona mayor información ya que permite conocer aspectos que no son visibles en una observación directa del objeto sin necesidad de manipularlo ni tomar muestra alguna.

Su carácter de técnica no destructiva es una gran ventaja pues supone un importante avance para la caracterización y catalogación de los objetos al reflejar su estructura interna, esto nos brinda la posibilidad de discernir aspectos encubiertos bajo capas superficiales de tierra o de corrosión. Así, se pueden llegar a visualizar decoraciones ocultas, inscripciones, posibles intervenciones anteriores o técnicas de ejecución, diferenciar los diversos componentes y, algo muy importante, facilitar la evaluación de su verdadero estado de conservación mediante la localización de alteraciones como fracturas, fisuras, pérdidas de material o productos de corrosión.

En definitiva, la técnica radiográfica es una herramienta indispensable para la documentación, investigación y conservación de los bienes culturales.

Un ejemplo es la muestra que aquí se presenta, fruto de la colaboración en el año 2019 del Museo de Huesca con el Servicio de Radiodiagnóstico del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza, gracias a la que se pudieron radiografiar diversas piezas pertenecientes a los fondos del museo. Entre ellas, esta placa de broche de cinturón que formó parte del ajuar del enterramiento de “El niño guerrero”, hallado en la Avenida Martínez de Velasco de Huesca en los años 80 del pasado siglo XX datado en torno a mediados del siglo V a. C. y perteneciente a una fase tardía de la Primera Edad del Hierro (600-450 a. C.). El conjunto que completaba la tumba, propio del ritual de la inhumación, se expone en la Sala 3 del museo.

Radiografía de placa de cinturón de bronce realizada por el Servicio de Radiodiagnóstico del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza.. Necrópolis Avda. Martínez de Velasco (Huesca). NIG 07785. Museo de Huesca.
Radiografía de placa de cinturón de bronce realizada por el Servicio de Radiodiagnóstico del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza. Necrópolis Avda. Martínez de Velasco (Huesca). NIG 07785. Museo de Huesca.

Como se puede comprobar a simple vista, la corrosión enmascara la superficie original y no permite discernir la decoración subyacente. Gracias a las radiografías realizadas se confirma que bajo estas capas se conserva una rica decoración incisa, que podría tener incrustaciones en plata (nielado). Se aprecia un área central donde se dibujan círculos concéntricos, dos de ellos rellenos con pequeños triángulos y rodeados de una cenefa cuadrada de rectángulos; en la parte más próxima al garfio de hierro existen dos volutas enfrentadas también incisas y separadas por una fila de rectángulos. Según las radiografías, se constatan seis perforaciones imperceptibles a primera vista.

Bibliografía:

JUSTE ARRUGA, Mª Nieves, Huesca: más de dos mil años. Arqueología urbana (1984-1994), Ayuntamiento de Huesca, Huesca, 1995, pp.28-36. (PDF)

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