Desde el año 2010 se celebra a nivel mundial el Slow Art Day, cuya finalidad es descubrir el placer de contemplar el arte de forma pausada. Para ello cada museo o galería participante presenta un día de cada año una selección de obras para ser contempladas lentamente, con calma, de forma reflexiva, experimentando la sensación de descubrir una nueva forma de sentir el arte, para después comentar y compartir la experiencia con otros visitantes.
La situación actual no nos permite la contemplación in situ, pero aun así el Museo de Huesca participa en el Virtual Slow Art Day con cuatro obras que construyen un relato centrado en los espacios domésticos en cuatro momentos diferentes de la historia: Prehistoria, Antigüedad, Edad Moderna y Edad Contemporánea.
En este momento en el que el interior de nuestras casas cobra un protagonismo trascendental, se propone al público una reflexión sobre el rol desempeñado por los diferentes miembros familiares dentro de los hogares, especialmente las mujeres, el uso y función de cada uno de los enseres de estos espacios interiores y la evolución del gusto.
¿CÓMO PARTICIPAR?
- Contemplando hoy lentamente, con calma y tranquilidad las cuatro obras propuestas a continuación en esta misma entrada.
- Mañana sábado 4 de abril, de 11.00h. a 12.00h., está previsto que a través de los comentarios a esta entrada web moderados por personal del Museo de Huesca, se establezca un ámbito de diálogo y puesta en común de las sensaciones, interrogantes y conclusiones a las que la contemplación reflexiva de las obras haya llevado.
OBRAS SELECCIONADAS
1. PREHISTORIA
¿Qué conocemos realmente sobre la prehistoria? ¿Cómo nos la imaginamos?
La carencia de fuentes escritas nos limita a interpretar esta etapa de la humanidad de la que solo conocemos algunas facetas a través de las evidencias arqueológicas.
En el Paleolítico hablamos de sociedades nómadas de cazadores-recolectores que viven en asentamientos estacionales siguiendo las migraciones de los herbívoros. De este periodo conocemos sus instrumentos de piedra tallada y en su última etapa se dan las primeras manifestaciones artísticas, tanto de arte parietal como de arte mueble.
Desde la arqueología y la museología se busca en la actualidad incorporar la perspectiva de género a la interpretación de la prehistoria: ¿pudieron estos instrumentos haber sido empleados por mujeres? ¿y el arte? ¿pudieron existir mujeres artistas? Con motivo de estas reflexiones, desde el Museo de Huesca se realizó el año pasado una actualización del panel de la sala 1 en el que se representa a hombres y mujeres, ambos como sujetos activos y determinantes en estas primeras sociedades prehistóricas.
Con la llegada del Neolítico se produce una transformación paulatina de la sociedad mediante la sedentarización y el control de la naturaleza a través de la incipiente práctica agricultora. Surgen así los primeros hogares en cuevas (como la Cueva de Chaves) y algunos objetos asociados a estas nuevas prácticas como las vasijas cerámicas o la cestería, posiblemente recipientes contenedores de alimentos y semillas.
Este fragmento de cestería realizado en fibra de madera de sauce procede de la Cueva del Moro en Alins del Monte. Con más de 3000 años de antigüedad (contextualizado dentro de la Edad del Bronce gracias a la aplicación de métodos de datación absoluta), destaca por su excelente estado de conservación, siendo muy excepcionales estos hallazgos debido a la fragilidad del material. Se puede apreciar como los hombres y mujeres prehistóricos ya tejían y anudaban las fibras vegetales tal y como se realiza en la actualidad para la producción de objetos de uso doméstico como cestos y recipientes contenedores.
¿Qué objetos tenemos en nuestro entorno realizados mediante esta técnica? ¿Cuál es su función?
2. ANTIGÜEDAD: Labitolosanos
En la antigua ciudad romana de Labitolosa, situada en las inmediaciones de La Puebla de Castro en la provincia de Huesca, se han hallado numerosos objetos procedentes de contextos domésticos que nos aportan información sobre el modo de vida de los habitantes labitolosanos. Gracias a la epigrafía conocemos el nombre de algunas mujeres labitolosanas como Cornelia Nelia y Poletice.
Poletice era una mujer de clase más humilde que Cornelia Nelia y sabemos de su existencia gracias a la inscripción de su nombre en una jarra. Nos hallamos ante un grafito de propiedad: la dueña quiso indicar que se trataba de su recipiente. Puesto que son objetos pertenecientes al ámbito privado, los propietarios solo firman con su nombre de uso, lo que impide conocer su condición personal, saber si se trataba de una mujer libre o de una esclava. En este caso, las investigaciones nos indican que el antropónimo es griego, lo que permite acercar a Poletice a la esfera doméstica servil.
A través de la cerámica y su tipología podemos deducir algunos datos que nos aportan información sobre su propietaria:
- Se trata de una jarra para servir líquidos en la mesa, como nuestras jarras actuales.
- Es una cerámica engobada de tipo común, lo que nos indica que se trata de una pieza asequible en el mercado y que estaba presente en los hogares de clases populares frente a las cerámicas denominadas terra sigilata características de las mesas más lujosas.
Respecto a las mujeres en la Hispania romana se sabe que su participación en la vida pública estaba muy limitada y su ámbito de acción estaba circunscrito al ámbito doméstico. Para los romanos y las romanas la muerte era entendida como caer en el olvido, por eso gracias a esta inscripción sabemos de la existencia de Poletice, permaneciendo su memoria entre nosotras, a pesar de su origen humilde.
3. EDAD MODERNA: los interiores del Maestro de Sijena
El origen de una verdadera cultura de interior se da en la transición de la Baja Edad Media al Renacimiento. Es el momento de las lecturas en silencio, del origen del coleccionismo y de “las cámaras de maravillas”, que llegan a través de las influencias de otros territorios de Europa y por los descubrimientos en el Nuevo Mundo, América. Esta cultura de interior se refleja en el modo de representación de las obras de arte y en los objetos que contienen.
Las cuatro tablas procedentes del retablo del Real Monasterio de Santa María de Sijena del Museo de Huesca representan diferentes momentos dentro del ciclo de la vida de la Virgen. En una de ellas, en La Anunciación, se aprecia al fondo una cocina, un huerto, azulejos, textiles…
La cocina es el espacio doméstico que gira en torno al fuego, también denominado hogar. En esta tabla se aprecia el fuego y sobre este una trébede con una cazuela con tapadera. En la pared cuelgan otros enseres como un cazo, un colador, un vaso y una jarra. En este espacio se representa a una mujer como la persona que controla el hogar y que se encarga de elaborar los alimentos, incluso dedica sus cuidados al gato que aparece bajo sus pies que también tiene su propio alimento sobre el suelo.
Esta imagen de marcado carácter religioso contiene en sus detalles aspectos de la cotidianeidad de la época: el inicio del Renacimiento. ¿Qué hacen las mujeres? ¿Y los hombres? ¿Es muy diferente este espacio al de nuestras casas modernas? ¿Se parece quizás más a las cocinas de las casas de los pueblos?
¿Quién cocina en tu casa? ¿Qué diferencias aprecias en esta cocina frente a la tuya?
El pequeño jardín de la tabla se trata de un espacio simbólico, alusivo a la virginidad de María: el hortus conclusus, un espacio cerrado, perfecto, paradisíaco. Un espacio privado para el disfrute de la familia divina.
¿Qué simbolizan para nosotros en la actualidad estos pequeños jardines? ¿Qué nos evocan? ¿Ha cambiado nuestra visión del paisaje a raíz del actual confinamiento?
4. EDAD CONTEMPORÁNEA: el hogar de la familia Acín
Una particularidad de las casas del Alto Aragón es que muchas de ellas poseen nombre propio. La familia formada por Ramón Acín y Concha Monrás vivieron en la denominada Casa Ena en pleno casco histórico de la ciudad. Una casa señorial dividida en viviendas desde el siglo XIX donde nació y vivió Ramón con su familia hasta que fue arrancado de ella con destino a su cruel fusilamiento. Una casa en la actualidad vacía pero en la que resuenan los recuerdos de esta entrañable familia.
En el museo conservamos gran parte de la colección de Ramón Acín, compuesta por su obra pictórica, gráfica y escultórica además de cuadernos de dibujos, cartas y manuscritos, así como algunas fotografías familiares.
En esta imagen vemos a las pequeñas Katia y Sol posando con sus juguetes. Por lo que se aprecia en la imagen, se trata de una muñeca, un perro de facciones un tanto satíricas de grandes dimensiones y una cama de juguete de idénticas características a las reales. Los juguetes de esta época – finales de los años 20 y principios de los años 30 – iniciaban su producción seriada pero mediante procedimientos aún no mecanizados.
Con esta imagen podemos reflexionar sobre el importante papel que desempeñan los juguetes como divertimento y aprendizaje para los más pequeños. Una vía de escape quizá a una situación tan cruenta como una Guerra Civil o a una difícil situación de confinamiento como la actual para los más pequeños de la casa.
También podemos reflexionar sobre la evolución de los juegos y juguetes, muy diferenciados en cuanto a género en los tiempos de Katia y Sol en el que las niñas jugaban a replicar el universo femenino de los cuidados y las tareas del hogar mientras que los niños jugaban a otros más vinculados con el desarrollo tecnológico como los juegos de coches, los trenes, los juegos de carácter bélico como los soldaditos de plomo y recortables, o los juegos al aire libre como el fútbol, por poner algunos ejemplos.
En la actualidad se busca incrementar la igualdad de género en el juego, buscando juegos y juguetes que potencien el aprendizaje, la tolerancia y la diversidad.
Esperamos vuestros comentarios tras contemplar con una mirada lenta las obras propuestas. Os esperamos en esta entrada a las 11.00h. del sábado 4 de abril de 2020.