Los exvotos del Santuario de Calvi conforman una espléndida colección de más de 3.700 piezas perteneciente en tiempos al Marqués de Salamanca, uno de los coleccionistas más fascinantes de la segunda mitad del siglo XIX. En el Museo de Huesca se encuentran 91 piezas de esta colección, que conservamos desde su ingreso en 1953 en calidad de depósito procedente del Museo Arqueológico Nacional.
Se trata de un conjunto muy singular dentro de nuestras colecciones que nos aporta un rico relato sobre la devoción y la religiosidad popular en la Campania Italiana así como sus diferentes tipologías construyen un interesante recorrido sobre los modos de representar en la Antigüedad Clásica.
Los avatares de esta colección y su posterior división en lotes forman parte de la historia de la museología en España y nos ayudan también a comprender la formación de las colecciones en el Museo de Huesca.
Por último, destacamos también la importante evolución que han sufrido los sistemas de documentación en los museos, desde las fichas de inventario en papel como modelo sistemático desde los años 40 hasta la implantación de sistemas documentales informáticos, como el caso de la llegada del Sistema Domus a Aragón en los albores del s. XXI.
Detalle de una máscara (NIG 01212) junto a las antiguas fichas de inventario general.
Imagen: Archivo MdH
Historia de la colección
La colección de exvotos del Santuario de Calvi sale a la luz durante la construcción del ferrocarril en la Campania italiana, una empresa llevada a cabo por el Marqués de Salamanca y en cuya colección ingresaron desde su hallazgo. José María de Salamanca y Mayol (1811 – 1883), es un ilustre personaje difícil de incardinar en una única profesión: banquero, inversor en bolsa, fundador de periódicos y destacado empresario en la implantación del ferrocarril en España, Portugal e Italia y en especial subrayamos aquí su labor como coleccionista. Amante del arte y de las antigüedades es en Italia donde inicia una importante colección con piezas procedentes de diversos yacimientos de la Campania italiana como Paestum, Herculano, Ruvo, Vulci y Calvi. Su colección estaba compuesta por vasos griegos, esculturas togadas, retratos romanos, elementos arquitectónicos, joyas, monedas y especialmente voluminosa y singular es la colección de exvotos de terracota procedentes del yacimiento de Calvi. Dada la importancia y valor de esta colección, el Museo Arqueológico Nacional inicia diálogos con el Marqués para la compra de su colección en el año 1868 que, tras duras negociaciones, finalmente es adquirida en 1874.
En los años cincuenta y a propuesta del Director del Museo Arqueológico Nacional de ese momento, Joaquín María de Navascués y de Juan, la colección fue dividida en 27 lotes que fueron distribuidos por los museos provinciales, quedando uno de los lotes en el Museo Arqueológico Nacional. Según un escrito de la Dirección General de Bellas Artes custodiado en nuestro archivo, el Museo de Huesca recibe en julio de 1953 el lote nº8. El resto de los lotes van a los Museos Arqueológicos Provinciales de Granada, Palencia, León, Ampurias, Orense, Murcia, Toledo, Cádiz, Málaga, Mérida, Barcelona, Ibiza, Córdoba, Burgos, Valladolid, Tarragona, Sevilla, Gerona, Badajoz, los Museos de Bellas Artes de Oviedo, Cáceres, Zaragoza, Vitoria, el Museo de la Fundación Lázaro Galdiano, Museo Balaguer en Vila Nova y Geltrú y el Museo celtibérico de Soria.
Esta dispersión y falta de unidad con el resto de colecciones de los museos anteriormente citados, ha hecho que muchos de estos lotes no hayan salido a la luz y apenas hayan sido estudiados dada la dificultad que supone el estudio de una colección dispersa que carece de contexto arqueológico. Debemos destacar en este sentido los artículos redactados desde el Museo de Zaragoza realizados en los años 1986 y 1987 por Mercedes Gracia Sancho, Gema Jiménez Domínguez y Nuria Ramón Fernández.
En la actualidad asistimos a un creciente interés en mostrar al público los exvotos de Calvi. Con motivo de la reinauguración del Museo de Málaga en el Palacio de la Aduana han sido incorporados algunos de estos exvotos en la exposición permanente entendiendo que éstos forman parte de la historia de la institución. O bien como el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, que ha presentado en 2016 su voluminoso lote de exvotos en el marco de una exposición temporal monográfica sobre ellos.
Los exvotos
Siguiendo la definición aportada por el Diccionario de Bienes Culturales del Ministerio de Cultura, los exvotos son ofrendas – colectivas o individuales –, de cualquier tipo, materia y forma, en un espacio sacro, que unas normas y prácticas tratan de regular y prolongar socialmente. También apunta a que es un testimonio sobre todo de una presencia en el lugar, el exvoto sirve de nexo afectivo y, sobre todo, jurídico con un garante. Presupone un pacto con una divinidad, tal vez como petición y expectativa o como respuesta a una deuda previamente contraída con aquélla. Puede tratarse de un objeto común o de un objeto especialmente fabricado para la ocasión.
En el caso de los exvotos del Santuario de Calvi que se encuentran depositados en el Museo de Huesca responden a tres tipos: zoomorfos (bóvidos y suidos) cabezas votivas y anatómicos (manos, pies y máscaras).
El contexto cronológico y social en el que se sitúan estas piezas abarca desde el s. IV al s. I a.C. en la zona de la Campania, un enclave en el que irrumpe de forma muy temprana la helenización. A finales del s. V a.C. surgen las primeras colonias griegas, lo que supuso entre otras cosas, el impulso de las importaciones áticas y el desarrollo de centros de producción alfarera que pronto se convertirían en centros difusores e impulsores del desarrollo de las nuevas tendencias artísticas e ideas características del mundo helénico que tendrán su momento de mayor eclosión en el s. IV a.C.. Poco después, en el año 335 a.C., Calvi es ocupada por los romanos, quienes la convertirán en una colonia latina. Es en esta koiné cultural de raíces helénicas, etruscas y latinas donde conviven cultos populares y nuevos ritos vinculados a los dioses latinos.
Los exvotos están realizados en arcilla local – la cual se caracteriza por su tonalidad rojiza anaranjada – en la que destaca la presencia de mica y otros desgrasantes que le confieren su característico aspecto granulado. En lo que respecta a su producción, están realizadas en moldes bivalvos y se retocaban a mano para individualizarlas. A continuación se aplicaba un engobe que dejaba la superficie lisa y uniforme y que además servía como base de color. Tras este paso se procedía a su cocción en el horno y finalmente se policromaban. En la actualidad no se conservan restos de color debido a que éste era aplicado tras la cocción y de esta manera la fijación de los pigmentos era poco estable. Algunas de las piezas presentan en su parte posterior o inferior un agujero o respiradero, destinado a impedir que la pieza se fracturase durante el proceso de cocción. Autores como A. Losada Núñez apuntan a que el orificio era empleado para colgar los exvotos en la pared.
La falta de contextualización arqueológica ha hecho que los estudios llevados a cabo para clasificar y establecer cronologías de los exvotos se basen principalmente en estudios estilísticos que comparan y encuadran las piezas votivas en función de los modos de representación imperantes. Así los exvotos de finales del s. IV presentan influencias helénicas muy marcadas por las derivaciones de la iconografía de Alejandro Magno como los cabellos rizados, labios carnosos y facciones redondeadas tendentes a la idealización. Caso contrario presentan las piezas realizadas en los siglos I y II a.C. influenciadas por los modos de representación durante la República donde destaca la individualización de rasgos del retratado presentando rostros más duros, peinados de la época en definitiva unos retratos cargados de naturalismo y originalidad.
Por último, en cuanto a la intencionalidad religiosa es difícil de conocer, máxime cuando se ignora la divinidad a la que iban dirigidos.
En el caso de los exvotos anatómicos se les supone un tipo de ofrenda entendida como sustitución de la parte afectada por la enfermedad. Es posible que esta comunidad de creyentes viera a sus dioses como otorgadores de salud y enfermedad (Asklepio/Esculapio). Otros autores apuntan a que los exvotos de pies pudieran tener alguna relación con peticiones vinculadas con el buen inicio o término de un viaje o en lo que respecta a los exvotos de manos en posición extendida pueden interpretarse también como actos de salutación a los dioses; en el caso de las manos cerradas con un fruto dentro como representaciones de ofrendas…
En lo que respecta a los exvotos de cabezas, podrían tratarse de peticiones hacia personas concretas representadas con más o menos verosimilitud en estas figuras de terracota. Y por último en relación con las representaciones de animales domésticos podría tratarse de peticiones para propiciar la abundancia, la fertilidad o bien que debido a la imposibilidad económica de algunos devotos para sacrificar estos animales a sus dioses, colocarían estas figuras en sustitución de tal acto en los santuarios.
Bibliografía
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GRACIA SANCHO M., JIMÉNEZ DOMÍNGUEZ, G. Y RAMÓN FERNÁNDEZ, N., Cabezas votivas del santuario de Cales en el Museo de Zaragoza, en Boletín del Museo de Zaragoza, Zaragoza, 1987.
GRACIA SANCHO M., JIMÉNEZ DOMÍNGUEZ, G. Y RAMÓN FERNÁNDEZ, N., Exvotos del Santuario de Cales en el Museo de Zaragoza (Anatómicos y zoomorfos), en Boletín del Museo de Zaragoza, Zaragoza, 1988.
http://tesauros.mecd.es/
Exposiciones temporales
– Las terracotas del santuario italiano de Calvi, Museo Nacional de Arte Romano, Mérida, mayo 2016 – febrero 2017