Estamos a 7 de diciembre, víspera de la Inmaculada Concepción de María, y como todos los años desde el siglo XV se va a celebrar en Huesca el oficio de vigilia de esta festividad mariana conocido como el Tota Pulchra.
La devoción a la Inmaculada es una de las celebraciones más arraigadas en Aragón y se declaró día festivo por el monarca aragonés Martín I el Humano en todos sus reinos ya a finales del siglo XIV. Aunque el misterio de la Inmaculada Concepción de María no se reconoce como dogma de la fe católica hasta el 8 de diciembre de 1854 en la bula Ineffabilis Deus del papa Pío IX.
Con motivo de una epidemia de peste que asoló Huesca en 1450, la ciudad y sus instituciones realizaron un voto a la Inmaculada Concepción que se ha mantenido y renovado a lo largo de los siglos. Desde 1619 el Ayuntamiento oscense, el Cabildo catedralicio y el claustro de la Universidad Sertoriana, representada desde su desaparición en 1845 por profesores del Instituto Ramón y Cajal, son los encargados de organizar en la catedral este acto cultural y religioso de profundo arraigo en la memoria histórica colectiva de la ciudad de Huesca.
La liturgia se enriquece con la interpretación, por parte de un coro y una orquesta integrados por miembros de diferentes formaciones musicales oscenses, de cinco piezas musicales: el Ave Maria de Stella, el salmo 97 Cantad al señor un cántico nuevo, de José María de Aso, maestro de capilla de la catedral de Huesca, la antífona Tota Pulchra es, María, el canto gregoriano Salve Regina Solemne y el Magnificat.
En el Museo de Huesca custodiamos numerosas piezas de platería civil depositadas en nuestro centro por el IES Ramón y Cajal y para la ceremonia del Tota Pulchra se solicitan una bandeja de plata realizada en 1789 (NIG 03522) y una maza de plata realizada en 1790 (NIG 03527).
Esta ceremonia en honor a la Inmaculada está considerada como Bien de Interés Cultural Inmaterial, según la declaración aprobada el 22 de julio de 2014 por el Gobierno de Aragón.