El Museo de Huesca realiza diferentes proyectos a lo largo del año. Para dichas actividades contamos en muchas ocasiones con personal externo que nos ayuda a plasmar nuestras ideas en montajes o publicaciones, entre otros. Encontrar a personas que sepan hacerlo, y que su trabajo sea plenamente satisfactorio, es otro de los logros del museo, que para la realización de sus actividades precisa trabajar con diseñadores gráficos o con personal experto en manipulación de obras de arte, por poner algunos ejemplos.

Marta Ester es una de estas personas: diseñadora gráfica y excelente profesional que ha colaborado con nosotros en diversos proyectos del museo – el más reciente ha sido la exposición “Labitolosa. Una ciudad romana en el Pirineo oscense” , de la que guardamos magníficos recuerdos de trabajo en equipo a pesar de lo complejo del proyecto – . También fue la responsable del diseño gráfco y expositivo en la muestra “Orwell toma café en Huesca”, en la que su buen hacer fue uno de los éxitos de la misma.

Ha trabajado – y sigue trabajando – en Huesca, ciudad en la que se siente como en casa, por lo que le pedimos que nos contara sus recuerdos sobre el museo, y nos han encantado sus palabras:

“Cuando pasas tiempo trabajando en un espacio te relacionas con él de forma inconsciente. Hasta que un día te das cuenta de que no atraviesas el patio transversalmente porque sea el camino más corto para llegar a tu destino, sino porque te gusta sentir sus piedras en los pies y disfrutar de ese espacio abierto y silencioso aunque solo sea durante un momento, es una especie de ritual.

El Salón del Trono es “mi” espacio. El primer día, cuando llego, está vacío, imponente, el último hay una exposición preparada para ser inaugurada. Pero lo importante es lo que sucede entre uno y otro. En esa sala he disfrutado del trabajo con grandes profesionales, nos hemos reído, trabajado en equipo, intercambiado ideas más o menos factibles, compartido un descanso, vivido momentos de estrés y nos hemos abrazado. Porque si hay algo que hace especial al Museo de Huesca es el factor humano. Toda la gente que trabaja o ha trabajado en él, lo sienten y viven como algo suyo. Y esa pasión la transmiten.


Como público del museo me sigue fascinando el recorrido expositivo a través de la Historia, siempre se descubre algo nuevo, algo que te sorprende. Pero es la obra de Ramón Acín la que me lleva una y otra vez a esa parte final. Me sobrecoge su obra “El agarrotado”, con formas sencillas y sin ornamentos, es capaz de transmitir un dolor intenso, de trasladarte a ese tiempo tan cercano de la historia de este país que no debemos olvidar”.

El agarrotado, Ramón Acín. NIG 04324. Archivo MdH

Marta, queremos darte las gracias por tus palabras, pero también por tu paciencia – infinita – trabajando con nosotros. Siempre es un placer y en los resultados comprobamos ese trabajo en equipo y la pasión que tú, y nosotros, ponemos en lo que hacemos. Tenemos ganas de darnos «ese abrazo».

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